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Baumane - Programa de cortos

abril 15
23:45h
agotadas

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Sala: HOYTS7

 

Películas

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Signe Baumane

Sumergirse en un mundo de relatos lúbrico-festivos como el de Signe Baumane ha de servir para colmar múltiples necesidades. Por ejemplo, para ahogar la pena y entrar en una sana catarsis con el resto de los asistentes a la proyección de turno. Por ejemplo, para sentir reflejadas en sus películas lo sublime y lo miserable de nuestras desventuras eróticas. Es decir, tienen ustedes la carcajada asegurada desde ya pero también ese puntito de sonrojo que arrastra el identificarnos con lo que vemos en pantalla.

Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

Fran Gayo

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Signe Baumane

Sumergirse en un mundo de relatos lúbrico-festivos como el de Signe Baumane ha de servir para colmar múltiples necesidades. Por ejemplo, para ahogar la pena y entrar en una sana catarsis con el resto de los asistentes a la proyección de turno. Por ejemplo, para sentir reflejadas en sus películas lo sublime y lo miserable de nuestras desventuras eróticas. Es decir, tienen ustedes la carcajada asegurada desde ya pero también ese puntito de sonrojo que arrastra el identificarnos con lo que vemos en pantalla.

Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

Fran Gayo

Una historia sobre la separación entre amor y sexo.
  • Pais:
  • Duración: 3'
  • Director:
    Signe Baumane →
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Sumergirse en un mundo de relatos lúbrico-festivos como el de Signe Baumane ha de servir para colmar múltiples necesidades. Por ejemplo, para ahogar la pena y entrar en una sana catarsis con el resto de los asistentes a la proyección de turno. Por ejemplo, para sentir reflejadas en sus películas lo sublime y lo miserable de nuestras desventuras eróticas. Es decir, tienen ustedes la carcajada asegurada desde ya pero también ese puntito de sonrojo que arrastra el identificarnos con lo que vemos en pantalla.

Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

Fran Gayo

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Sumergirse en un mundo de relatos lúbrico-festivos como el de Signe Baumane ha de servir para colmar múltiples necesidades. Por ejemplo, para ahogar la pena y entrar en una sana catarsis con el resto de los asistentes a la proyección de turno. Por ejemplo, para sentir reflejadas en sus películas lo sublime y lo miserable de nuestras desventuras eróticas. Es decir, tienen ustedes la carcajada asegurada desde ya pero también ese puntito de sonrojo que arrastra el identificarnos con lo que vemos en pantalla.

Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

Fran Gayo

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Sumergirse en un mundo de relatos lúbrico-festivos como el de Signe Baumane ha de servir para colmar múltiples necesidades. Por ejemplo, para ahogar la pena y entrar en una sana catarsis con el resto de los asistentes a la proyección de turno. Por ejemplo, para sentir reflejadas en sus películas lo sublime y lo miserable de nuestras desventuras eróticas. Es decir, tienen ustedes la carcajada asegurada desde ya pero también ese puntito de sonrojo que arrastra el identificarnos con lo que vemos en pantalla.

Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

Fran Gayo

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Sumergirse en un mundo de relatos lúbrico-festivos como el de Signe Baumane ha de servir para colmar múltiples necesidades. Por ejemplo, para ahogar la pena y entrar en una sana catarsis con el resto de los asistentes a la proyección de turno. Por ejemplo, para sentir reflejadas en sus películas lo sublime y lo miserable de nuestras desventuras eróticas. Es decir, tienen ustedes la carcajada asegurada desde ya pero también ese puntito de sonrojo que arrastra el identificarnos con lo que vemos en pantalla.

Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

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Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

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Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

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Los cortometrajes de Baumane pueden además llevarnos de la mano a un lugar en el que conviven una concienzuda intención de narrar (aquí recurriendo a la fábula popular, allí más a una caligrafía de stand up) con una imaginería de fuerza absolutamente desbocada, excesiva, en la que los gags se devoran entre ellos y no existen límites morales para alcanzar la metáfora más perfecta y divertida.

Pero, y esto no es ninguna tontería, Ms. Baumane y sus películas animadas deberían servir para petrificar de arrepentimiento y vergüenza a quienes consideran que engendros liberales como Sex and the City representan el retrato más sincero y explícito que se puede dar de la sexualidad femenina. Frente a ese mamarracho capitalista neoyorquino, Baumane, nacida en Letonia, discípula de Bill Plympton por dos años, alumna deslenguada que abandona el nido y confiesa pensar en el sexo cada diez segundos, nos ofrece una gozosa celebración de la vida, toda ella regada con buenas dosis de fluídos corporales de toda clase: sangre, leche, excrementos y sobre todo torrentes de flujo vaginal que parecen representar algo así como un elixir de la eterna felicidad.

A todo lo hasta ahora expuesto añádanle la siguiente anécdota: la autora ha confesado más de una vez que se decidió por una disciplina como la animación tras ver El rey león. ¿Entienden ahora por qué la queremos?

El programa que se mostrará en el Bafici (y que la realizadora ha dado en bautizar Signe Baumane: Sex and Body Functions) incluye sus primeros trabajos realizados en Europa, de un folclorismo provocador y punk (The Witch and the Cow), su indispensable y zarpadísima guía didáctica Teat Beat of Sex, obras en una onda más plymptoniana como Dentist o Five Fucking Fables, y para rematar Rocks in My Pockets, work in progress de lo que será el primer largometraje de Baumane, en el que construye una comedia absolutamente coherente con el resto de su obra pero a partir de materiales tan poco simpáticos como la depresión y el suicidio.

Fran Gayo

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